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Psicología del éxito para emprendedores

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El solitario camino del emprendedor

Ser emprendedor no es nada fácil, como ya hemos mencionado en otros momentos. Además de las dificultades que de por sí entraña iniciar un negocio y mantenerlo rentable en el tiempo, con todas las dificultades legales, burocráticas, administrativas y financieras del caso, el emprendedor se encuentra con la dificultad inicial de no saber si lo que está haciendo como emprendimiento va a funcionar, pues no tiene medida con la cual compararse.

En este orden de ideas, no podemos saber ni tener seguridad acerca de si nuestra idea de emprendimiento, que es una innovación, algo completamente nuevo, funcionará; razón por la cual no es extraño que a un emprendedor lo acometan a menudo las dudas y el desaliento, y se pregunte si valdrá la pena seguir en ese mismo camino, si hay que rectificar o qué hay que cambiar.

Algunas veces, el sentimiento de no saber si se avanza o si se está en el camino correcto, puede llegar a ser desesperante; incluso, se comienza a sentir frustración, preguntándose si proseguir, hasta dónde o cuándo reconocer que definitivamente hay que desistir: ¿se perderá más si sigo intentando o si lo dejo hasta acá?

Esas y otras preguntas e inquietudes pueden acometer al emprendedor, porque después de todo, se trata de un ser humano, como cualquier otro. En el presente artículo hablaremos de cómo reprogramarnos para que esos temores, dudas y confusiones se transformen en una mentalidad positiva y, por supuesto, incidan en tener un emprendimiento exitoso.

El fracaso como ganancia y aprendizaje para el emprendedor

A menudo una de las cosas que más olvidamos en la vida es esta: el fracaso no es fracaso, es postergación de la ganancia. En la siguiente vuelta, con el siguiente intento, estamos más preparados. Tal vez si viéramos la vida como si de un deporte se tratara, lo entenderíamos mejor: todos esos ejercicios, las prácticas, el entrenamiento, todos los juegos de preparación, ¿se pueden ver como una pérdida de tiempo? La verdad no; son la preparación para el éxito.

Si como emprendedor asumes que lo que estás haciendo es solo una experiencia y que, en caso de no funcionar, te puede dejar una pérdida material (algo que seguramente puedes recuperar) pero, por el otro lado, obtienes una inmensa ganancia en conocimientos y habilidades, ¿quién dice que perdiste?

En uno de sus libros, Andrés Oppenheimer menciona que lo que más le sorprendió de la cultura de Silicon Valley fue la manera como los emprendedores hablan de sus aparentes “fracasos”: se refieren a ellos como una anécdota graciosa, se ríen de ellos; evidentemente, eso significa no solo que los han superado, sino que entienden que un fracaso no es la muerte ni el final del emprendimiento; es solo otra vuelta de tuerca, una curva en el camino hacia el éxito.

Además, según nos enseña la ley de la atracción, si estás con la idea de fracaso en la mente, ¿crees que vas a lograr el éxito? En lugar de dejarte poseer por la ansiedad, cada día piensa en lo que has aprendido acerca de tu emprendimiento y toma nota del proceso, de lo que aprendiste. Dicen que esto lo hacía Thomas Alva Edison, quien intentó mil veces hacer una bombilla, hasta que lo logró.

El hallazgo imprevisto del emprendedor

Quizás lo hayas escuchado decir muchas veces, pero debes tenerlo siempre en mente: la mayoría de las invenciones humanas nacieron, no del fracaso exactamente, sino del hallazgo de algo que no estaba previsto y que significó alejarse del objetivo inicial; sin embargo, constituyó una ganancia mayor. Esto es algo que ha ocurrido en no pocas ocasiones en la historia de la humanidad y de sus invenciones:

  • Dicen que Alexander Fleming descubrió la penicilina a causa de unos cultivos que se echaron a perder; o sea, la penicilina se descubrió a causa de un experimento que salió mal. Pero, ¿en realidad salió mal?
  • Otro caso célebre: el astrónomo y físico alemán Frederick William Herschel estaba estudiando si los diferentes colores del espectro (descompuestos por el prisma) tenían diferentes temperaturas; diseñó un experimento muy sencillo, colocando termómetros en el punto donde incidía cada uno de los colores. Pero salió a caminar y, cuando regresó, se dio cuenta de que la luz solar se había desplazado; uno de los termómetros aparentemente no recibía luz, sin embargo era el que registraba la más alta temperatura. Así se descubrieron los rayos infrarrojos. Nuevamente un experimento que salió mal. ¿Cierto?
  • Con el horno de microondas sucedió igual: estaban experimentando con un nuevo radar, pero el encargado del proyecto, Doctor Percy Spencer, tenía un chocolate en el bolsillo y se derritió por efecto de las ondas del magnetrón. ¿Se dañó el chocolate?

Así que, si estás probando un nuevo método para desarrollar levadura para el pan, pero descubres que el líquido resultante es una excelente cerveza, puedes dedicarte a la cerveza y olvidarte del pan. No te aferres; quizás tienes el éxito frente a ti y no lo ves porque piensas que tienes que ir en una dirección y la vida te conduce en otra. Déjate llevar, abre los ojos y verás lo que descubrirás.

La perseverancia del emprendedor

Pero tampoco vayas a creer que todo es producto de la casualidad. Así como algunas cosas que resultaron mal, a la postre resultaron saliendo bien, también están las que salen bien porque era lo que correspondía; es decir, se obtiene el resultado previsto. Pero, ni en uno ni en otro caso, tales cosas salen bien simplemente de buenas a primeras: son producto de un largo proceso y hay que reintentarlo una y otra vez.

Si estudias con detenimiento la historia de los grandes personajes, de los grandes emprendedores, verás que todos han tenido que trabajar arduamente, empezando una y otra vez; incluso esos casos como los que mencionamos, que encontraron un hallazgo imprevisto: estaban trabajando, no estaban sentados en la mecedora de su casa fumando una pipa ni se habían rendido; permanecían en constante actividad.

Así, pues, tal como sucede con cualquier otra actividad humana, desde el deporte, el arte y los negocios, en el emprendimiento gran parte de nuestro éxito y fracaso está determinado tanto por nuestra perseverancia como por nuestra mentalidad positiva. Así que, un último consejo para los emprendedores que nos leen: en lugar de estar lamentándote o preocupándote, trabaja y mantente concentrado en tu tarea; posiblemente logres más; pero ve un paso a la vez, un día a la vez. Como diría el gran escritor norteamericano John Steinbeck:

Para realizar como es debido cualquier acción difícil y sutil, es preciso considerar ante todo la finalidad a la cual se tiende; una vez aceptada dicha finalidad como deseable, entonces es preciso olvidarla por completo y concentrarse única y exclusivamente en los medios que conducen a ella. Gracias a este método, ni la prisa ni el temor ni la ansiedad desencadenarán pasos en falso. Pero muy pocas personas son capaces de comprenderlo. (Al Este del Edén)

Andrés Luco
Andrés Luco
Ingeniero Civil Industrial, Pontificia Universidad Católica de Chile. MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez. PDE Universidad de Los Andes. Socio fundador de Business Consulting.