Las palabras empresario y emprendedor están relacionadas, ambas, con el verbo emprender, el cual a vez se refiere a la acción de tomar la iniciativa para desarrollar una tarea, sea la que sea, sin esperar que medien órdenes de alguien e, incluso, instrucciones.
Ahora bien, el término empresario, en su sentido tradicional, se usa para designar a aquella persona que trabaja conjuntamente con un colectivo en función de unas metas y objetivos fijados; asimismo, el empresario toma las decisiones claves y estratégicas acerca de dichas metas, así como en relación con los medios y recursos para alcanzarlas. El empresario es, por tanto, como un gerente: administra y toma decisiones; pero es el gerente de más alto nivel.
Desde un punto de vista legal, además, el empresario es el responsable de la empresa ante terceros. Pero un empresario no necesariamente tiene que ser un emprendedor, ya que puede tratarse de una persona que ha asumido la dirección de un negocio familiar, tomando el relevo o la posta de un emprendimiento que otro inicio. Simplemente, agarra las riendas o el timón y mantiene el rumbo hacia donde se supone que tiene que ir.
Por su parte, el emprendedor, en el sentido más estricto del término, es aquella persona que inicia con la idea, desde cero, y comienza a desarrollarla, va dándole forma a lo que quiere, incluso adaptándola y adaptándose. Un emprendedor es también un empresario, o llega a serlo, en la medida que eso que está en su cabeza se convierte en algo más que una simple idea de negocio: se convierte, en efecto, en un negocio.
De acuerdo con lo anterior, la naturaleza de la relación del emprendedor con la idea de negocio es desde su inicio, a veces desde cero; hay personas que han comenzado una idea de la que nunca escucharon hablar ni conocen antecedentes en otras partes. Por ende, el emprendedor es siempre es un innovador, esa es su esencia y lo que le mueve. Si no innova, no emprende, no crea nada nuevo; de allí deriva, precisamente, la palabra: nuevo-innovar, tienen un mismo origen, una sola raíz.
Una persona que no crea una idea de negocio sino que la compra, es más un empresario que otra cosa. Si la adapta de otras ideas, es al tiempo un empresario-emprendedor; aunque, claro, el empresario también tiene que saber innovar, solo que lo hace sobre la base de lo que ya está en la empresa, para mejorar, redefinir, gestionar el cambio necesario en la organización. En tal sentido, innova con respecto a procesos, a productos, a la estructura organizacional, entre otras cosas.
La naturaleza dinámica de nuestra sociedad y, particularmente, la realidad empresarial, marcada por constantes y permanentes cambios tecnológicos, demandan de una permanente innovación por parte de las empresas. Un empresario del mañana tendría que ser tanto un gerente, como un innovador; un empresario y a la vez un creador.
Y esto es lo que hacen hoy día las empresas y organizaciones más exitosas, que han comprendido esto y cuentan con una persona o un equipo con cada una de estos perfiles: tienen a los creativos, innovadores, los que tienen la inventiva y siempre van un paso más allá; pero también están los gerentes, los que piensan con la cabeza y con los pies sobre la tierra, que saben qué tan allá pueden ir con esas ideas.
Así que hay que seguir el viejo proverbio: “prepararse para lo peor, esperar lo mejor”; algo como esto es lo que debe hacer un empresario del mañana: enfrentarnos al hoy, pero pensando para el mañana; o bien: prepararnos para el mundo de hoy, sabiendo que viviremos en el futuro (y este futuro siempre es distinto del presente). Lo importante, en suma, es tener una actitud favorable en ambos sentidos: abierta a conocer las innovaciones y probar nuevas ideas, centrada en mi realidad; cabeza en las nubes para soñar, pies en la tierra para saber lo que se puede alcanzar.
Para saber más:
– Delegar te ayuda a tener un verdadero negocio
– Sé un emprendedor y ve tras tu objetivo